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FORO DE DEBATE CÁDIZ 2012

"Un proyecto de futuro para un Cádiz renovado, moderno y sostenible"

Castillos, Baluartes y Murallas

Dice Ramón Solís en su libro “El Cádiz de las Cortes” que cuando los ingleses arrasaron Cádiz en 1596 Felipe II dudó si reconstruirla o abandonarla, “sin darse cuenta de que el afán destructor inglés nacía de una admiración por la situación de la ciudad”. Finalmente el rey decidió configurar la ciudad y la bahía como uno de los complejos defensivos más importantes y avanzados de su momento, para proteger  el puerto al que llegaba la “Flota de Indias”.

El proceso de paulatina construcción de este sistema defensivo se extiende durante unos doscientos años. Empieza en el momento citado, del que es testimonio el castillo de Santa Catalina, cuya traza original, inspirada en los modelos italianos del Renacimiento, es del ingeniero militar D. Cristóbal de Rojas, sirviendo, a su vez, de modelo a las obras de fortificación de puertos de ultramar. Y se puede decir que finaliza cuando ante la “invasión francesa”, el arquitecto y militar D. Carlos Vargas Machuca, escapado del Madrid de Murat, viene a actualizar el sistema defensivo de la bahía. Unas veces construyendo y otras destruyendo aquellos fuertes y baluartes que podían caer fácilmente en manos del enemigo.

He manejado dos libros de considerable interés sobre la materia. Se trata de la CARTOGRAFÍA MILITAR Y MARÍTIMA DE CÁDIZ, de Antonio Calderón Quijano y otros, publicada en 1978 por la Escuela de Estudios Hispano–Americanos de Sevilla y de EL ATLAS DE FORTIFICACIONES DE LA ISLA DE SAN FERNANDO, de Carlos Vargas Machuca, editado por el arquitecto del Instituto del Patrimonio Histórico Español José Sancho Roda, y publicado en 2004 por la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de San Fernando.

A partir de estos documentos, se me han confirmado algunas ideas que ya tenía y que paso a exponer:

1º.- La Bahía de Cádiz tiene para la Corona más importancia como plaza fuerte que como puerto metropolitano. Prueba de ello, palpable en los abundantes grabados y litografías de la época, es la diferencia cuantitativa y cualitativa de las obras e instalaciones destinadas a uno y otro fin. Ello es coherente con el  carácter absentista del colonialismo español.

2º.- Se opta por defender la ciudad principal, mediante su amurallamiento total, relativamente fácil dada su configuración. El resto de las ciudades e instalaciones de la bahía se remiten a un sistema abierto de castillos, fuertes, baterías y se protege la propia bahía como fondeadero de la mencionada Flota.

3º.- Sin hacer en nada de menos a la arquitectura y el urbanismo de las demás ciudades de la bahía, la arquitectura civil y estructura urbana de Cádiz, que se encierra en su muralla, está entre los mejores ejemplos de su tiempo. Se encuentra magníficamente recogida en la guía publicada por el Colegio de Arquitectos en 1995.

4º.-  La sociedad gaditana no ha sido, a lo largo de los más de cien años transcurridos desde el desenlace de la crisis colonial, ( el siglo de las sombras tras el de las luces) demasiado consciente y defensor de los valores que encerraba el medio urbano heredado. Y ha procedido a una paulatina depredación y destrucción, unas veces en aras del progreso, mal entendido, otras de interpretaciones históricas poco fundadas y otras a causa del simple descuido. Lo que ha quedado en pié sin verse sometido a manipulaciones absurdas, se debe más al periodo de depresión en que se ha encontrado la ciudad, que a cualquier otra causa. Algunas veces parece que esta actitud, poco defensora de la pureza del legado histórico, sigue formando parte de los mensajes que se entreveran en lo que hoy se escucha sobre estos asuntos.

Que duda cabe que cuando el alcalde D. Cayetano del Toro, al principio del siglo XX demolió la Puerta del Mar y un amplio lienzo de la muralla, lo hizo con la mejor intención. Pero la ciudad dejó de ser, en ese momento, uno de los mejores recintos amurallados de Europa, obteniendo dudosas compensaciones. Y cuando en la mitad de ese siglo se reformó absurdamente el castillo de Puerta Tierra, convirtiéndolo en un decorado, sin duda hecho con mano maestra, se adulteró un producto original. Y ello después de haber destruido el resto del llamado Frente de Tierra y cualquier testimonio de los glacis, que en otros sitios se han convertido en espacios libres, o parques  que resaltan sus valores históricos.

En los últimos cincuenta o sesenta años, cada vez que ha habido ocasión se ha intervenido sobre algún elemento arquitectónico o espacio urbano, generalmente de modo abusivo, con la justificación de la falta de espacio. Falta de espacio de la que habría mucho que hablar.

Puede que en “Puerta Tierra” las cosas hayan tenido mucha más justificación, pues evidentemente había que abordar, como en cualquier ciudad, el “ensanche” del siglo XX. Pero se debían haber dejado, al menos, algunos testimonios  de la arquitectura defensiva de los glacis y de los yacimientos arqueológicos fenicios.  Otras ciudades han conservado algunos ejemplos de colonias de hotelitos.

Los mensajes que hoy se lanzan a veces sobre la “transformación” del centro histórico, o de los castillos o baluartes, resultan de lo más preocupantes y no tienen que acabar de mejor modo que los precedentes, aunque se vistan de modernidad.

Los monumentos históricos tienen el valor de ser testigos de su época y despertarán interés en la medida en que lo sigan siendo, por encima de todo intento de transformación para su reutilización funcional. Pero sobre todo no se pueden dejar a la aventura del experimentalismo arquitectónico moderno. Y así por ejemplo el Castillo de San Sebastián y su faro, que forman parte del  “sky line” gaditano y de su legado histórico, en un punto tan singular como La Caleta, no se pueden acompañar con una cúpula geodésica, o cualquier otro elemento que lo desfigure, ni aunque lo diseñase el propio Richard Fuller (q.e.p.d.). Y respecto al Centro Histórico existen demasiadas ciudades en Europa, e incluso en España, donde aprender como se aborda su “aggiornamento”, sin desvirtuarlo ni densificarlo.

Una de las “industrias” claras que tiene Cádiz, hacia el futuro, es la oferta de su legado histórico, ante y para la actividad turística y de la “residencia meridional” de los europeos, en una versión culta, hoy en ascenso, que no es la de sol y playa. Este es quizás el debate más urgente e importante, pendiente en Cádiz.

Publicado en La Voz de Cádiz. 24.05.08



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